10/4/09

Un encuentro de negocios

La cita se dió a la hora estipulada, cuando se utilizan buenos contactos todos los protocolos del mundo pueden ser ser dejados de lado. El se había abocado a ello, dedicó su tiempo y no falló, muchos hubiesen pagado fortunas, incluso cometido actos despreciables por estar en su lugar ese día. Tremenda ironía que ante tantos pasos en falsos durante su vida haya tenido éxito justo hoy.

El invitado rodeó la mesa rectangular y tomó asiento en la cabecera de la misma, sólo aceptó un vaso de agua y no dejó a su anfitrión hacer ningún tipo de ofrecimiento; lentamente encendió un cigarrillo y comenzó a fumar sin impotar que el dueño de casa tuviese que abrir la ventana en tan helada noche invernal, aumentando el frío ya imperante en el pequeño apartamento del barrio porteño de Congreso.

-¿Querés negociar conmigo?¿qué tiene para ofrecerme un fracasado como vos? Cuando oí tu voz no puede evitar una carcajada ¿quién te creés que sos? ¡hay pasos que seguir, una burocracia armada para esto! Gente que vale mil veces más de lo que vos vas a valer en toda tu vida siguen los procedimientos estipulados y, aún así, nada consiguen de mí.

El tembló, un hombre poderoso lo estaba interpelando, tratándolo como la basura despreciable que era, pensó en su pasado y volvió a sentir vergüenza, no sólo de sus actos, sino también de sus pensamientos, de haber fallado a quienes lo habían querido, personas maravillosas que habían intentado "tirarle" una soga en su peor momento, a quienes no superaron su estado y terminaron por alejarse de la influencia negativa en que se había convertido, a quienes lo aguantaron más allá de todo y terminaron por hundirse con el. Pensó en como se había fallado así mismo, a sus sueños, a sus realidades una y otra vez durante su vida. Cómo había llegado a este momento, cómo tomó la decisión y logró su cometido, la primera vez que no fracasaba en una empresa sería algo irrepetible para la mayoría, y él lo había conseguido.

-Estás acá, es suficiente para mi... no tengo grandes planes, pero estás acá y en el día de hoy vas a escucharme, vas a oir mi propuesta, la vas a aceptar y yo voy a ver como cerrar el trato de la manera que me convenga a mi.

El hombre quemó el alquitrán de su cigarrillo apresuradamente y apagó lo que restaba por fumar.

-Ella no va a volver con vos, no vas a arreglar los errores del pasado, no vas a recuperar la confianza de tus amigos, tu vida no va a mejorar nada. Todo lo contrario... el dinero, la fama... sólo te vas a estar engañando, tratando de llenar un hueco que cavaste vos mismo.

Esta vez fue el anfitrión quien sonrió, se levantó se su silla, se dirigió lentamente a la ventana y la cerró tratando de disimular lo duro que resultaba correr esa hoja de vidrio. Se acercó con pasos cuasi felinos a la mesa y volvió a sentarse frente a su interlocutor, clavó sus ojos en esa mirada gris carentes de toda emoción y alejó el cenicero con el cigarrillo de su invitado recién apagado.

-Nadie fuma en mi casa, este es un ambiente libre de humo, no vuelvas a hacerlo. Ahora voy a hacer mi propuesta.

No pudo evitar morderse las uñas mientras hablaba, una a una fue diciendo sus peticiones, sus claúsulas... Había planeado todo, cada palabra estaba memorizada, cada contraoferta estaba estipulada, cada ángulo estaba cubierto, no sería tomado por sorpresa.

-¿Eso es? yo no ganaré nada que no vaya a ser mío de todas formas si espero lo suficiente, lo veo en tus ojos no necesito ser muy paciente. Olvidate... nada vas a tener de mi.

-Vos sabés que no vas a salir de acá hasta que no cerremos el trato, yo también puedo esperar ¿cuántas personas de esas que valen mil veces más que yo te están esperando mientras vos perdés el tiempo con esta basura que tenés frente a vos? ¡Dije NADIE fuma en mi casa!

El invitado guardó sus cigarrillos y terminó por aceptar la oferta, ya no quería perder más tiempo con este pelele y, de todas maneras, ahora lo tendría más cerca para hacerle comer sus palabras una por una; firmo el contrato e hizo las llamadas pertinentes para cumplir con su parte. El anfitrión se puso de pié y estrechó su mano, un par de lágrimas se dejaban entrever en sus ojos pués la emoción ante el trato que acababa de cerrar era inaudito.

-Investigando sobre vos averigüé algunas cosas interesantes, otras medio estúpidas: lo que más me llamó la atención fué saber que de chico tuviste una dura caida que maltrató tu sentido del olfato, también, que sos inflexible en cuanto a algunas costumbres como, por ejemplo, recibir a cada "nuevo empleado" en el momento de su llegada a tu empresa, y de como dejás ir a aquellos que no tienen tu cálida bienvenida.

El anfitrión tomó una pequeña cajita de fósforos de su bolsillo, el invitado, el Lucero del Alba, miró el pequeño cenicero sobre la mesa de aquella casa "libre de humo", entrecerró los ojos y sonrió dejando entrever sus colmillos.

-Supongo que el círculo de sal te va a retener lo suficiente como para que gane esta carrera... ¿quién es el fracasado ahora hijo de puta?

El anfitrión encendió un fósforo y pensó en sus seres amados por úlitma vez.

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